Exhausta, mi cuepo me pide un descanso que no aparenta estar a la vuelta de la esquina. Las exigencias de un exterior exigente y un interior temeroso e intransigente. Mis hombros que sostienen un aire pesado y las caricias que tanto taedan en llegar son como bálsamo para mi sllagas. Mentiras que me digo día tras día para poder continuar o verdades que me empeño en disfrazar para poder alcanzar todo aquello con lo que he soñado.
Trifulcas internas de un olor amargo y rancio como la desilució. Y un orgullo que puede más que cualquier razón lógica... gracias a Dios.
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