Esa mañana todo parecía estar normal, “nada en una vida monótona puede cambiar de repente” Salí, con ese pensamiento en la cabeza y puesto que no había anda mejor que hacer. Andaba en mi auto escuchando mi estación favorita.
Al salir a la carretera encontré a un joven que pedía desesperadamente un aventón…
- ¡Quien quiera que seas por favor ayúdame! ¡Mi casa está en llamas tenemos que hacer algo!
Sin pensarlo dos veces lo dejé subir al auto, no me embargó ninguno de mis escepticismos ni la duda ni la desconfianza, tengo que admitir que no parecía yo. Creo que por primera vez fui quien quiero ser y no quien me enseñaron a ser.
- ¿Hacia donde está tu casa?- pregunté.
- No está muy lejos pero tienes que entrar al campo. – Dijo con lágrimas corriendo por su rostro ceniciento pero ya más clamado.
Seguí las instrucciones del muchacho pero parecíamos andar en círculos. De improvisto gritó…
- ¡Detente!
- ¿Qué pasa? ¿Dónde estamos?- Pregunté desconcertada.
- Ya es muy tarde, has perdido mucho tiempo – dijo con ira en los ojos pero con voz calmada – Gracias a tu ineptitud mi familia está muerta.
- No, ¿Por qué dices eso? ¿Dónde estamos? – estaba confundida, ¿Cómo mi día había llegado a esto?
- ¡Eres tonta! Si de esta forma querías ayudarme mejor me hubieses dejado a mi suerte.- Por un momento en medio de tanta desesperación, sentí su dolor como si fuese el mío y me vi reflejada en sus ojos, pude jurar que lo conocía.
- ¡Esto es ridículo! – Respondí más a la defensiva que preocupada – Salí esta mañana sin rumbo ¿y ahora soy responsable de un desastre?, quien quiera que seas ¿me estás tomando el pelo?
- ¿Quién quiera que sea?- Preguntó encolerizado.- ¿Acaso no me reconoces? ¿me mataste y no me reconoces? ¡Soy el sueño de tu vida! ¡Soy lo que siempre has deseado! – Ya mas calmado lo embargó una profunda tristeza. – Has dado tantas vueltas que me he extinguido y los demás también. En vez de escuchar a tu corazón, escuchaste instrucciones que sabías que no te llevarían a ningún lado.
En un abrir y cerrar de ojos, él desapareció y lo entendí todo… Miré mi reflejo en el retrovisor…
- Quien quiera que seas ya no te conozco.
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