Ando en el asiento del pasajero de un vehiculo del que no tengo control alguno, viéndome forzada a complacer al conductor que con mano implacable quiere las cosas a su manera o de ninguna forma en absoluto. Miro por la ventanilla convertida en una princesa de hielo, cubierta de la escarcha en la que se han convertido mis lágrimas y que ahora me impiden derramar más a pesar del diluvio que tiene lugar en mi interior. Trato de sujetarme bien cuando bajamos las colinas pero no es suficiente, el cinturón de seguridad se presiona contra mi pecho y cada vez me siento más dolorida, y a pesar de esperar cada golpe, cada herida nueva abre aquellas que creía cicatrizadas.
1 comentario:
Mierch! me has dejado un sentimiento el cual no me salen palabras...
de que te expresas de expresas!
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