Estaba cansado… pocas veces se había sentido tan derrotado como en ese momento. La estaba perdiendo, segundo a segundo su mirada le decía que las cosas llegaban a su final. Ella sonreía impaciente, le hablaba con una mirada que en realidad siempre le pareció un misterio.
El temperamento que venía dado por la impotencia estaba saliendo a la superficie, palabras duras e hirientes luchaban por no rasgar su lengua. La quería y eso le dolía, quizás el amor tenía que doler para se cierto pero él nunca había querido creer eso.
Ahí estaba ella, con la mirada perdida y andando mil kilómetros de distancia para alejarse de la persona que estaba a su lado. La miraba bien y se preguntaba cuando había perdido su belleza, eran los mismos ojos, la misma boca, la misma cara y de alguna forma ya no era ella.
No la reconocía, y algo le decía que ella tampoco sabía quien la acompañaba, en algún momento se habían convertido en completos extraños. La quería y con la misma fuerza estaba empezando a odiarla, maldito fuera su afán de alejarse.
“!Mírame!” Le dieron ganas de gritar y el sabor de las palabras le causó nauseas, ya no quería mirarla, en realidad se empezaba a sentir encerrado. La claustrofobia tiraba de sus ansias de correr y el deseo de quedarse a dar la cara estaban destrozándolo por dentro… “¿Por qué?” era una de las preguntas para las que necesitaba respuesta, y prefirió no arriesgarse a la crudeza de responderla el mismo.
Sonrió, con el alma encerrada en la garganta, la besó con las lágrimas pendiendo de un hilo y rogó por fuerzas para tomar la decisión correcta.
Tendría que matarla.
1 comentario:
Y Fiorella woods le habre la puerta a cierto suspenso.
Muy bueno.
Un Beso
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